AL MOMENTO LE GUSTA EL MOMENTO

K’uxaelan

Los días de la semana, como hijos del encierro, reúnen a la plebe todos los días, en un salón, en una silla negra de una lujosa instalación, al estilo colonial. Pero nada más.

Suena divertido levantarse temprano y llegar a la universidad, a levantarla. Pero, ¿cómo es eso?.
No estoy completamente seguro, pero alabo que los compañeros de la universidad, reflejan el interés por adentrarse a la vida política de la institución. Con el simple hecho de reunirse y discutir los asuntos que suceden y trastocan o retocan la educación “intercultural”, es señal de levantarse temprano, sabiendo desde luego, que pronto egresará una segunda generación y se estarán cumpliendo seis años de la existencia de la madre que pare cuatro carreras.

En días pasados se llevó a cabo una asamblea estudiantil (misma que nunca a sido convocada por el comité y que tampoco sabemos que hace), se pidió la presencia del rector. Allí estuvo él y su secretario, allí estuvieron los estudiantes. Como siempre, muchos haciendo el montón, pero supongo que aprendiendo (ya les tocará correr por su muerte o en su defecto por su vida).

En la asamblea principalmente se oyeron quejas de los estudiantes, podría hacer una lista inmensa. Las peticiones más repetidas: mejor impartición de las lenguas originarias; equipamiento de los laboratorios; inconformidades hacia los maestros; mala atención de los administrativos, entre otros de igual importancia. Muchas de las reclamaciones, a mi parecer, justas y necesarias, una por ejemplo: el coro que formaron los estudiantes de desarrollo en contra del director de procesos naturales “fuera, fuera, fuera”; la necesidad de poner más atención en la impartición de las lenguas (una hora a la semana no es suficiente y, dos horas para algunos grados y carreras, inequitativo) la poca planeación de los viajes de estudio, el poco apoyo a la autogestión de los estudiantes, etc., sin embargo, no puede quedarse en simplemente quejas, y lo sabemos. Cuando no entendemos la situación por la que atravesamos en la universidad, la necesidad de hacer algo por nosotros mismos, caemos en la simple indiferencia o en la grilla destructiva, ya lo decía el rector en ese día: “seria penoso tener un estudiantado indiferente, a quien no le importara su universidad”.

Preocuparse por la universidad es importante, creo en que es el tiempo justo, no es tarde, ni tan temprano, solo el momento preciso. No pueden pasar más años sin una verdadera “educación intercultural” para las cuatro carreras.

Me callo, cierro la boca. Tuve cuatro años para comprometerme a la realidad que me puebla, a las posibles discusiones que afronté, pero, pasaron ¡cuatro años! ¿Cuánto tiempo debe esperar el universitario para ocuparse de su vida y educación? No encuentro una mejor oportunidad mejor que las reuniones y la construcción colectiva (no común) para las situaciones comunes; es la organización resignificativa, tanto de los principios humanos como de las vivencias personales en sociedad.
Pero bueno, en este caso, al momento le cuento su situación, ya me responderá si madrugue hoy o si he llegado tarde o, tal vez, al momento le gusta el momento.