I. En la Selva Lacandona
¡¡¡¡En el vochito de Chiltak rumbo a la Selvaaaaaa!!!!
Era el 3 de marzo de 1994. No había amanecido cuando llegó Gerardo a despertarme. Como me tenían de velador en Chiltak, estaba a mano.
.- ¡Órale, Morkas, levántate! Hay que acompañar a la delegación zapatista a la selva.
.- No mames. Deja dormir. No seas cabrón.
.- Es en serio.
La noche anterior -a mis espaldas-, Alejandro, Javier y Hugo de la Chiltak, acordaron pedir al Sub que les permitieran entrar con él a la Selva para hacer algunas entrevistas. (De haberme enterado, esta historia la hubiera publicado hace 18 años en un Perfil de La Jornada o como un texto en Chiapas: Los rumbos de otra historia. De lo que se perdieron). Total cuando vine a ver ya estaba “formado” con el glorioso vochito en la Av. 20 de Noviembre, muy cerca del obispado. Se había cerrado un segundo momento: el de los diálogos en la Catedral de la Paz, el de la bota rota y la pipa mocha del Sub. Habían pasado 2 meses de aquel 1 de enero, de los días de guerra militar, de aquella firme respuesta del Sub Marcos a mi cuestionamiento:
.- “Van a negociar”
.- Sí.
.- Y ¿cómo?
.- ¡Con las armas en la mano!
El Sub había iniciado el diálogo con la
Señora sociedad civil, el que se prolongaría por casi dos décadas y con él, el peregrinar de la más variada gama de personajes: aventureras/os (como
El Churro que no había acto que no agarrara la guitarra y se pusiera a cantar y que el
Sub nos suplicara que le compráramos el último cancionero del
Sal de Uvas Picot o la chica que quería hacer el amor con el Sub), periodistas, intelectuales -de lo más exquisito a los que se la creían-, versados en los temas agrarios, políticas/os, artistas/os, alguna chica/o enamorada/o del Sub y
etceteretas. Como las olas el mar, venían y se iban. Unos ni adiós dijeron. Otros se fueron bien
felicianos y otros… re-que-te-en-ca-bro-na-dí-si-moooos.
Otros con la mollera caída. A la fecha, algunos muchos siguen mentando
magres.
Radicales.
Era como si
La enfermedad infantil se replicara en todos los ámbitos.
Regresando, no sabemos lo intenso ni todo el entramado y cantidad de temas que se tocaron, discutieron o dejaron de discutir dentro de Catedral. Sin embargo, fuimos testigos en las conferencias de prensa “conjuntas” (Marcos, Samuel Ruiz, Camacho) y de, al menos, tres momentos que caracterizaron a ese evento:
1.- La presentación de la delegación zapatista a la prensa nacional e internacional. 19 mujeres y hombres se fueron presentando. Hablaron en su lengua materna: el Tzeltal, el Tzotzil, el Chol y el Tojolabal. Dieron su nombre: Marcos, Óscar, Eduardo, Ramona y Daniel. Todas/os integrantes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN. Se presentaban ante el pueblo de Chiapas, de México y el mundo, como un movimiento mayoritariamente indígena.
“(…) nombrados por los distintos Comités, por las regiones, por los poblados, por las comunidades y por los parajes. Los compañeros fueron claros al explicarle al señor Comisionado que no venían a pedir perdón, que no estaban arrepentidos de luchar por sus derechos, pero que veían, que tal vez era un buen momento para que en lugar de que hablara el fuego del fusil, hablara la palabra del corazón de los hombres verdaderos que forman nuestro Ejército. (…)”, dijo el Sub. (21/Feb/94)
(Al referirse a los hombres verdaderos, sin duda, Marcos aludía a un pensamiento que es parte de su vida: “Hace muchos años, un hombre como otros hombres, un soldado de pensamiento, palabra y hechos. José Martí, dijo: ‘EL HOMBRE VERDADERO NO MIRA DE QUÉ LADO SE VIVE MEJOR, SINO DE QUÉ LADO ESTÁ EL DEBER’, y conforme a este precepto fui formado, con él crecí y con él vivo.”) (Abril/92).
Mujeres y hombres empeñados en “cambiar el mundo”… que luchaban “por un mundo mejor”.
2.- Otro momento emotivo fue el despliegue de la Bandera Nacional que la delegación zapatista hizo en manos del Sub el 24 de febrero, durante una conferencia de prensa conjunta. Sorprendido, Camacho tomó un extremo con premura. “Lo anterior es el saludo a la bandera porque es el ‘Día de la Bandera’, es el saludo del Ejército Zapatista a la bandera mexicana.”, subrayó Marcos.
3.- La conferencia de prensa del 2 de marzo con la que se cerró la jornada, al menos, públicamente. Al frente estaban: Camacho, un delegado zapatista y Samuel Ruiz. Detrás y en un estrado de tres filas estaba el Sub Marcos con el resto de la delegación zapatistas. Ocupaba el extremo de la última fila.
El delegado zapatista anunció que los “34 compromisos del gobierno federal se iban a someter a consulta” en los pueblos y comunidades zapatistas.
Camacho Solís dijo: “El patriotismo de todos ha predominado. La fórmula de la paz en Chiapas está definida. Están aclarados los términos de los Acuerdos de Paz en Chiapas y para el cese de hostilidades. A partir de este diálogo, el EZLN consultará a sus comunidades para estar en condiciones de asistir a la firma de los convenios.”
Samuel Ruiz habló con optimismo de que “en 15 días” se podría estar firmando la paz: “Creo que no terminaremos este mes, para no dar expectativas que no tengan un fundamento ahora, en que tengamos la noticia de un retorno a este lugar.”
Marcos se levantó y abandonó el lugar antes que concluyera la conferencia de prensa… algo estaba pasando.
Total, en tres caravanas, la delegación zapatista se movió hacia las montañas de Los Altos, hacia Las Margaritas y las cañadas de Ocosingo. En el vochito de Chiltak íbamos Alejandro, Hugo, Lupita y yo. Nos dejaron a la cola de la caravana. En la vanguardia, iba una patrulla de la Policía Federal de Caminos (PFC), le seguían 3 vehículos con la insignia de la Cruz Roja Internacional, en los que iban Samuel Ruiz, Camacho Solís, representantes de la Señora sociedad civil, parte de la delegación zapatista y el multicitado Sub. Después, otra patrulla de la PFC. La caravana iba a buen paso y el vochín se rezagaba batallando, también, con la columna del cuarto ejército. En más de una ocasión el heroico vochin expuso su abollada lámina para evitar el rebase de los persecutores de la nota y la notabilidad.
El trayecto fue como un regresar del cassete, las imágenes de los combates en Rancho Nuevo, la lib
eración de los presos del CERESO 5, nuestra detención en Huixtán por fuerzas zapatistas, los insurgentes brutalmente golpeados por las huestes priistas en Oxchuc y las imágenes de los reportes de los combates y crímenes del Ejército federal en Ocosingo.
De las cañadas no sabía un carajo. Conocía algo gracias a las/os misioneros de Ocosingo, por los enfrentamientos en las montañas de Corralchén en 1993. Había estado en la comunidad de Morelia, en Sibacá; paseando en Palenque, Toniná o bañándome en el Jataté, cerca de Ocosingo y, ¡párale de contar! La caravana se detuvo en San Miguel, ahí donde había estado con Alejandro Ruiz aquel 31 de diciembre de 1993. Ese día Dios le hizo la mala jugada a Marcos. Je,je. Que nos volvemos a ver cara a pasamontañas. Yo andaba por ahí en una lomita tratando de reconstruir lo que pasó el último día del año en ese lugar, cuando el Sub me dijo bromeando: “Quién es el periodista que escribió que el ejército nos aplastaría en 12 horas”. Mmh… estaba tergiversando mi editorial de noviembre de 1993 en el Expreso. Yo había escrito que les podían caer en 12 horas.
Abajito de la loma estaban don Sam y Camacho. El atuendo de Samuel era una simbólica sotana blanca y colgaba su morraleta del hombro izquierdo. Camacho vestía camisa clara, pantalón de mezclilla. Ambos miraban las maniobras de Marcos que se alistaba para continuar su viaje. El Sub nunca volteó a verlos ni se despidió de ellos… Algo había pasado. El retén de la “sociedad civil” contenía a la columna amontonada de los periodistas y deseosos de poder seguir el trayecto. Marcos restringió su ingreso a la cañada. Su prioridad era organizar los trabajos de la consulta. Una gringa “rompió el cerco” y sus colegas le gritaron de todo. Al pasar cerca del retén “civil y pacífico”, la Giomar Rovira me pidió: “Dile al Sub que me deje pasar”. Le pasé la solicitud al Sub y dio la orden de dejarla pasar. ¡Vieran la cara de contenta que puso la catalana! Más aún, viajó en el 3 toneladas donde iba Marcos. En ese momento, J.R. dejó de existir en la mente de la Giomar. Se había olvidado de todo. Se sentía como en las nubes: “Mi corazón se disparó, agarré al vuelo mi mochila y saco de dormir y traspasé el cordón de las ONGs.” Ya se imaginarán el retortijón y demás manifestaciones verbales y corporales del resto de los aguerridos comunicadores que “valieron” en el intento al ver que una mujer, güerita, ojo claro, periodista y extranjera, había librado el retén zapatista. Imagine las clásicas “puta madre” de los periodistas… bueno, las maldiciones que iban de ahí pa’rriba. El resto de la “sociedad civil” quedó también allí. En el vochito de Chiltak, los chiltakeros y Lupita, continuamos el viaje hacia un lugar de lo más distante, lejano, remoto, profundo, recóndito, extremo, inexpugnable es decir, al merititito centro y corazón de la Selva Lacandona. Ningún periodista había llegado tan lejos. Ni la Blanche ni Elio ni Epimeño.
La verdad, el recorrido fue, quizás la tercera parte del que realizaron Germán, Rodrigo, Elisa, Javier, Jorge y Frank, para fundar 10 años atrás el segundo núcleo guerrillero Emiliano Zapata el 17 de noviembre de 1983. Al avanzar por el camino de terracería, mirar las montañas de ambos lados y el control que del territorio tenía el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, empezaban a revelarse los tamaños del proyecto rebelde. Era leer en vivo los escritos político-militares de Mao Tse-Tung el Gran Timonel, de los valientes jefes vietnamitas Trung Chinh y Vo Nguyen Giap, La Guerrilla de El Che. Los conceptos básicos: zonas guerrilleras, zonas liberadas, bases de apoyo, guerra del pueblo, ejército del pueblo, etc., y los extraordinarios escritos políticos del Tío Ho.
Solamente hombres y mujeres que se habían iniciado en la lucha armada de liberación nacional -con la experiencia del 14 de febrero de 1974 y la acumulada en un cuarto de siglo-, en la situación concreta de la selva y el proceso histórico de los pueblos, hicieron lo que hicieron: un enorme colectivo de liberación nacional que involucró a miles de mujeres y hombres de todas las edades que se conjugaban con la naturaleza, lo rural, lo urbano y las/os urbanos. Si en Guerrero, en otras condiciones, el Ejército federal con toda la brutalidad y ventajas a su favor se había tardado 6 años en aniquilar la guerrilla del profesor Lucio Cabañas, acá, sí que se iba a chingar.
En esa parte de Chiapas, se juntaba casi todo arrastrado por un torrente de injusticias. La selva era la casa hostil de los desarraigados. Ahí estaban los pueblos fundados por indios que huyeron o fueron expulsados de las fincas; por los que bajaron de Los Altos, o poblaciones cercanas de Chilón, Bachajón o lejanas como los de Tila, Huitiupán y Sabanilla. Era la tierra de los tzeltaleros, tzotzileros, choleros. Habían bajado en torrentes como los ríos Jataté y el Tzaconejá, que desde las montañas se clavan en las cañadas.
Ahí estaban los indios. A los que el desprecio racista de la población ladina concibió como personas sin alma, sin razón, sin pensamiento, sin corazón. Paradójicamente, ese desprecio a sus capacidades fue como una enorme cobertura que les permitió construir, en silencio, esa posibilidad, esa esperanza que hoy cobija las montañas y el manto de la selva. Las/os jóvenes de la tercera o cuarta generación de los excluidos de la historia son ahora la base de la fuerza del EZLN. Jóvenes que el éxodo de sus padres les permitió suavizar los fardos, la carga de la tradición y la costumbre. Acá llegó también, un mestizo de la ciudad. Urbano. Que no nació precisamente en un pesebre. Educado. Culto. Inteligente. Valiente. Conocido como el Subcomandante Insurgente Marcos…Paramos en un poblado.
.- A modo de saludo, Marcos me dice: “Periodista, tú no tienes derecho a hablar mientras no saques tu cerveza.”
Yo le contesté:
– A ver. Saca tu Coca.
.- ¡Ah! También te metes eso, respondió el Sub.
(Lo bueno o lo malo o lo regular o las tres cosas a la vez, es que casi nunca siempre de por sí se queda callado)
El vochito fue el que vivió la primera arbitrariedad del guerrillero: sin consulta de por medio, dio la orden de que nuestro infatigable vochín se quedara en ese poblado… mejor no les cuento el refunfuñadero del indignado vehículo de Chiltak.
(Lo bueno o lo malo o lo regular es que el Sub no escucha, no conoce la lengua materna del vochito… ni yo tampoco)
La verdad es que íbamos retrasando el avance del 3 toneladas, así que subimos en el transporte de los combatientes. Marcos les dio la orden de que los cañones de sus armas no asomaran fuera de la redila. ¡Mierda! Ahora pasaban frente a nuestras narices o en cada bache ¡rozaban nuestras cabezas! Con cuidado las apartaba. Recordaba cómo se les habían ido algunos tiros. Ellos sólo se sonreían de mis temores.
.- ¿Tienen el seguro puesto?
.- No tengan miedo… no pasa nada, contestaban.
No quedaba otra que pujar un: Mmmhhhgggrrrr acompañado de un vago pensamiento… El día era s
oleado. Era marzo pues, el mes de la primavera…también eran frecuentes los tumbos. Luego que se detiene el 3 toneladas y asoman más insurgentes. (¡Sí que son un chingo!). Hacen el saludo de rigor. La mano izquierda a la altura del frontal. Luego Marcos se perdió por una vereda al monte dándonos el tiempo justo pa’ compartir un melón. Cuando regresó se limitó a decirnos: “Aquí van a quedar esta noche. En la madrugada vamos a regresar por ustedes”. Instruyó a los insurgentes para que nos ayudaran con nuestras cosas. La güerita de la Giomar reclamó y dijo “nosotros podemos”. El Sub replicó con la energía y tono suficientes: “¿Ya van a empezar a discutir las órdenes?”. Antes de despedirse, Marcos nos dijo que teníamos permiso para platicar con los insurgentes y con los pobladores de esa comunidad, pero nos indicó que no debemos hacer tomas de video o fotos que delaten a la población civil.
Empezamos a caminar por la vereda. Le pregunté a un insurgente cuánto ibamos a caminar y contestó: “Como 3 horas”. Era una su mentirada.. El lugar donde vamos a quedar estaba a unos 5 minutos del camino. El zumbido del vuelo de unas abejas delató a un naranjo en flor. (Parece que la guerra había agudizado varios sentidos… menos el sentido común). Había un caserío y otro grupo de milicianos al mando de la capitana Irma.
La cocina de los insurgentes es típica del lugar: muros de tablas, techo de lámina, piso de tierra, con un fogón en alto y un radio transmisor. En el tapanco hay costales con harta tostada y otros con harta carne seca. El dormitorio no es diferente a cualquier vivienda del lugar, sin embargo, ese pequeño espacio puede albergar, al menos, 30 personas pues han improvisado varias literas a base de soportes y tablas atadas que se pueden desmontar en cualquier momento. Ahí quedaron nuestras cosas…
si la cumbia llora su pena
si la cumbia no tiene corazón
si la cumbia no tiene cuerpo
si la cumbia no tiene corazón
si tiene cuerpo si tiene corazón
si tiene cuerpo si tiene corazón
si tiene cuerpo si tiene corazón
si tiene cuerpo si tiene corazón
¿Que qué sigue?
II En la Selva Lacandona
A ritmo de cumbia: ¡Agárrense, cabrones!
“En el EZLN, las mujeres aguantamos más que los hombres”, Irma, la capitana.
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