Tan hablada estos días, tan poco conocida. Un conflicto de intereses nos vuelve a ocultar la tremenda barbarie que ocurre en sus calles, como la tuya que caminas cada día rumbo al trabajo, en sus casas, como la tuya que habitas al volver de tus largos o cortos días, en sus segundos que son horas, como las que te pido prestadas para que leas esta nota.
La simpleza sin paliativos con las que nos quieren pintar la mirada, revienta en pedazos con la experiencia que nos llega en la onda digital que escapa del bloqueo de la información que desinforma. Retazos de fotos que nos dibujan lo que llegamos a intuir pero no queremos preguntar.
Ya no es fácil hacer que no sabemos, cerrar ojos y sobretodo corazón. Ya no es fácil creer que un nuevo golpe de estado en América Latina es justo y necesario. Que es peor un presidente «corrupto» a una junta militar, que es mejor la imposición de unos cuantos a la posibilidad de votar una nueva constitución.
Ya no podemos creernos que los militares y la policía velan por nuestra seguridad, que los medios de comunicación cuentan lo que pasa y no lo que les conviene, que por seguir teniendo privilegios hay gente que mata y justifica asesinatos, desapariciones y torturas.
Pero hay algo distinto en este golpe a los muchos que han llovido sin parar en América Latina, y es que la gente no se está dejando. La gente de Honduras no se queda en casa, y frente a las balas, los tanques, los anuncios del nuevo gobierno, las amenazas de los de siempre, la vergüenza del mundo salen a la calle a gritar por lo que creen, a negarse a perder lo poco que se ha conseguido.
Hoy te invitamos a que te informes desde allá, con los menos filtros posibles, ni de uno ni del otro lado. Que te informes a través de los ojos y las palabras de los que no tienen que deberle a nadie salvo a la verdad. Que te informes y listo.
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