Reflejos de la historia.

Y viendo a la Selva Lacandona, parece una versión mexicana del modelo brasileño de capitalismo dependiente e integrado.

Para inicios de la segunda década del siglo XXI la Selva Lacandona y sus alrededores siguen siendo blancos del capitalismo, por medio de sus empresas, auspiciado por el saqueo y, sostenido por una compleja red de funcionarios coludidos con los caciques locales que se aprovechan de la ignorancia del pueblo…

La Selva Lacandona se asocia con petróleo, minería, ganado, madera y con sus desmesuradas promesas. Intervienen en las operaciones de “desarrollo” (exploración, investigación y explotación) los bancos para financiar las gigantescas inversiones; las tropas disfrazados de “investigadores” (geólogos, biólogos, etc) cuya tarea es el reconocimiento de las zonas o regiones vírgenes con riqueza natural. Al mismo tiempo se van fundando concentraciones o poblados en esas regiones para poder ejercer el control sobre ellos y evitar futuros descontentos. De la historia podemos aprender, el amazonas es un buen antecedente de la forma de proceder del capitalismo.

Para finales de la década de los años setenta, se hablaba en torno a la implantación del modelo capitalista en la selva del Amazonas; de cómo se obligó a los indígenas a migrar, según las necesidades del capital, que reclamaba mano de obra.

En Perú, 15 mil indígenas (tiempo) abandonaron sus asentamientos tradicionales en la selva para ir a trabajar de petroleros. Los petroleros invadieron las «zonas de refugio» provocando que los madereros y ganaderos expulsaran a los indígenas que se habían convertido en obreros, a veces con la ayuda de los militares o con la mediación «por persuasión» de los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano. Finalmente se logró una colonización funcional al contento del mercado mundial, que lo mismo crea pueblos o aldeas estratégicas (como el caso Guatemalteco en los años del conflicto armado) como los desaparece, tal y como se observan con la ciudades rurales en Chenalhó, Santiago El pinar y Juan de Grijalva en el estado de Chiapas.

El saldo final de las promesas de los planificadores del “desarrollo” de la selva amazónica fue: inflación, crecimiento de la deuda externa y desempleo. El petróleo: el “milagro económico” se transforma en una gigantesca empresa de marginalización que lleva la mortalidad infantil a tasas nunca alcanzadas. La injusticia. Los desplazados o despojados de sus tierras se multiplican incesantemente, la voracidad del capitalismo es insaciable.

¡Alerta! Monsanto ha puesto los ojos en la Selva Lacandona, al implementar el cultivo transgénico de granos básicos, inundando el mercado de agroquímicos; obteniendo con ello jugosos beneficios a costa de la vida de miles de campesinos.

Ahora en Chenalhó, la tierra de Los 45 mártires de Acteal, el gobierno realiza un intento más por reducir en núcleos poblacionales a los indígenas so pretexto de ser una mejor táctica para combatir la pobreza y marginación. El objetivo de esta concentración de la población sigue siendo para su mejor aprovechamiento y control. Como lograron durante tanto tiempo los frailes dominicos para la corona española en estas mismas tierras.

Los compañeros de la Sociedad Civil Las Abejas denuncian: “que aquí en Chenalhó quieren construir una ciudad rural como las de Santiago del Pinar y Nuevo Juan de Grijalva y también previstos en otros municipios del estado de Chiapas”. Según denuncian:

“Las ciudades rurales no la inventaron los gobiernos estatal y federal de este sexenio, sino tiene su historia desde hace muchos años atrás, por ejemplo; desde la colonización de América Latina que en ese tiempo no se llamaban ciudades rurales, se conocían como reducciones, con el objetivo de hacer más fácil y eficiente el control de la población para cobrarle tributos (impuestos), utilizarla como mano de obra para las minas, las plantaciones (la más frecuente era la de caña de azúcar) y para la misma construcción de las ciudades de los españoles y por supuesto, para su control político y militar. Es verdad que entonces, así como ahora, se alegaba que también habría ventajas para la población directamente afectada; que la concentración poblacional permite brindarles “el acceso a los servicios básicos de agua potable, educación, salud, etc. Según para combatir la pobreza aquí en Chiapas.”

Esta denuncia tiene similitud con lo que sucedió en la Selva Amazónicai.

El plan de colonización del gobierno prevé la construcción de «agrociudades» a cada seis millas de la supercarretera, con concentraciones de 45 o 60 familias. Pero en la operación hacen su agosto las grandes empresas brasileñas como la Camargo Correa, S.A., cuyo dueño, Sebastián Camargo, acaparó el 40 por ciento de los contratos para la construcción de Brasilia. Además también se lucraron varias compañías trasnacionales como la Earth Satellite Corp., Litton Industries, Westinghouse Corp., Caterpillar Brazil, General Motors, Komatzu y Fiat, entre otras, asistidas por un préstamo del Banco Mundial de 40 mi
llones y por un donativo de la AID de 8.4 millones de dólares, además de otras facilidades financieras menores.

Para aquellos tiempos, los obispos brasileños de la selva, denunciaban la invasión de las compañías trasnacionales, atraídas por la explotación minera, forestal y ganadera, decían: «los líderes políticos de la región no esconden que el capitalismo integrado y dependiente ha sido escogido por Brasil como sinónimo de progreso. También ha sido demostrado que el modelo brasileño es una forma de desarrollo que sólo beneficia a una pequeña minoría local y a los poderosos grupos económicos internacionales a los que representan. De esto resulta que no se trae tanto un verdadero desarrollo cuanto la marginación creciente y el robo al pueblo, ya sea a artesanos y trabajadores, o medieros, aparceros, peones, subempleados o desempleados».

Y viendo a la Selva Lacandona, parece una versión mexicana del modelo brasileño de capitalismo dependiente e integrado…pero a diferencia de los pueblos amazónicos que por mucho tiempo permanecieron aislados de la voracidad del colonialismo, los pueblos del sureste mexicano tienen una larga historia de lucha.

i Artículo de Francisco Gómez Maza publicado en 1976 en la revista Proceso, retomamos lo que se decía para el caso de Brasil.